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Oct 17, 2011 | Natalie Laverde B.

Bishop Alard's Legacy Celebrated

Aida Alard

 

Spanish Version Below

 

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Bishop Suffragan Leo Alard’s life and ministry were celebrated at San Mateo, Houston on Saturday, October 15 marking his death eight years ago. Bishop Alard was born in Cuba in 1941 and died waiting for a liver transplant in 2003. He was consecrated bishop suffragan in 1995, the first Hispanic to be elected in the United States.

 

The congregation included friends and colleagues from all over Texas, along with his wife Aida and daughter Rebecca. A reception followed the service. In his sermon, Bishop Andy Doyle highlighted Bishop Alard’s ministry saying: "The church must be one that shares the gospel. The church cannot live for themselves or else it will die," noting also the respect and love that Bishop Alard inspired in those who worked with him and knew him.

 

"I cannot sufficiently describe how this man enjoyed meeting people,” said Aida Alard. “Even when he was not feeling well ... he loved being a bishop because he had the opportunity both to pray and meet people from everywhere."

 

Bishop Alard played an important role in representing the church to the Latino community. “He was one of the first to accept women’s ordination and he firmly believed in the rights of women and their potential in ordained ministry. His two greatest joys in the Church were the role of women and youth," Aida Alard said.

 

"Bishop Leo was a faithful, good father, friend and husband, committed, attentive and loving," said Bishop Doyle.

 

Rebecca says that her father taught her to be herself and accept the world as it is. She accompanied him on every trip they made, "I think the clergy should understand that even bishops have children and [that family is] a priority," Aida said.

 

Aida and Leo, both of Cuban descent, met in 1986 when he attended a four-day workshop in Los Angeles. After years of teamwork Aida now faces the daily challenges of being head of household. She has a Masters in Social Work and has maintained the values she and Bishop Alard had within her family.

 

Bishop Alard’s legacy of unity and tolerance still thrives in within the Church community, which remains grateful for his live and work as bishop.

 

The event was organized by the Rev. Alejandro Montes and the Hispanic community of the Episcopal Diocese of Texas.

 

El pasado sábado 15 de octubre se celebró en la Iglesia Episcopal San Mateo la conmemoración del fallecimiento del Obispo Leo Alard (La Habana 1941 - Houston 2003).  Su dedicación lo llevó ascendentemente hasta que fue ordenado obispo sufragáneo en 1995, convirtiéndose así en el primer obispo hispano de la iglesia episcopal en Estados Unidos.

 

La congregación demostró su aprecio por el Obispo Alard asistiendo desde lejanos puntos de Houston y Texas a la misa, y al almuerzo en el que se presentaron actos culturales de países hispanohablantes organizados por la comunidad para honrar su memoria y acompañar a su esposa Aida e hija Rebecca.

 

En su sermón el Obispo Andy Doyle resaltó la visión del Obispo Alard sobre la iglesia citándolo: “La iglesia debe ser una, que comparte el evangelio. La iglesia no puede vivir para sí misma o morirá”. En cuanto a su personalidad dijo: “el Obispo Alard tenía muchos amigos, que eran como una gran familia de hijos e hijas.”

 

Característica que Aida también resalta: “¡Yo no puedo describir suficientemente cuánto ese hombre disfrutaba conocer personas!, incluso cuando él no estaba sintiéndose bien... Él amaba ser obispo porque tenía la oportunidad tanto de orar como de conocer personas de todas partes”.

 

El Obispo Alard no sólo jugó un papel importante en la representación de la comunidad latina episcopal. Como afirma su esposa su reto “fue trabajar con las mujeres de la iglesia episcopal. Cuando las mujeres empezaron a hacer parte de la iglesia años atrás,  él fue uno de los primeros en aceptarlas (...) él creía firmemente en los derechos de las mujeres y su potencial. Sus dos grandes alegrías en la iglesia eran el papel de la mujer y de la juventud.”

 

Para el Obispo Doyle  “Leo era un Obispo fiel, padre bueno, amigo comprometido y esposo atento y cariñoso”. Rebecca afirma que su padre le enseñó a ser ella misma y a aceptar a todo el mundo como es, “no había extraño que él no conociera” asegura Rebecca sobre el legado de su padre. Ellas siempre lo acompañaban y ella aprendía en cada viaje que hacían, “yo creo que los clérigos  deben entender que incluso los obispos tienen hijos y que son una prioridad” concluye Aida Alard. 

Aida y Leo, ambos de origen cubano, se conocieron en 1986 cuando él fue llamado desde Austin para un cursillo de cuatro días en Los Ángeles. Después de años de trabajo en equipo Aida ahora enfrenta los retos diarios de ser jefe de hogar, tiene un Máster en Trabajo Social y eso le ha permitido sacar adelante a su familia bajo los valores que ella y el Obispo Alard construyeron.

 

Su legado de unión y tolerancia aún vive en una comunidad que trabaja por tener presencia activa en la sociedad americana y que aún está agradecida con su trabajo como Obispo. El evento estuvo organizado por el reverendo Alejandro Montes con la ayuda de la comunidad.