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Dec 10, 2018 | The Rt. Rev. Hector F. Monterroso

La generosidad en el servicio

Cuando estas cosas comiencen a suceder, erguíos y levantad vuestra cabeza, porque vuestra redención está cerca.

—Lucas 21:28

El Adviento es un tiempo de alegría para los cristianos. Esta época se caracteriza por la preparación espiritual en espera del nacimiento de Jesús, pero al mismo tiempo para la segunda venida de Cristo.

Por medio de su nacimiento celebramos la acción más generosa que Dios ha hecho por su creación. Dios envió a su único hijo, para que se encarnara de la Virgen María, se hiciera hombre y por medio de su muerte y resurrección se convirtiera en el Salvador y Redentor del mundo y de la creación entera.

Esta acción divina de generosidad ha permitido que a través de la historia muchas personas hayamos tenido la experiencia transformadora del amor de Dios por medio del conocimiento de su hijo Jesús. Conocer seguir a Jesús implica necesariamente un cambio, un nuevo entendimiento del orden de las cosas y las prioridades para nuestra vida.

Estas prioridades pueden variar dependiendo de las circunstancias, pero es importante estar siempre dispuestos para la oración y el servicio.

Estas virtudes, que deben ser parte de nuestra vida diaria, nos preparan para enfrentar cualquier situación o cambio inesperado.

A finales del mes de agosto y principios de septiembre del año 2017 uno de los huracanes más fuertes, que hemos tenido en los últimos años, azotó gran parte del estado de Texas. Este huracán causó muchos daños, pérdidas humanas y materiales. Un panorama general de tristeza, desesperación y desolación se vivió por varios días y semanas.

Pero dentro de todo este contexto de destrucción y desesperanza surgió el espíritu de la generosidad. Esta virtud divina se apoderó literalmente de todos y cada uno de los habitantes de las ciudades afectadas. Personas alrededor de todo el país se agruparon y formaron equipos para ayudar en el rescate, la limpieza y la reconstrucción. Las iglesias jugaron un rol importante en este proceso. Miembros de iglesias se
pusieron de pie, alzaron sus cabezas y sin temor comenzaron a hacer lo que Dios espera de cada uno de nosotros en situaciones difíciles. Es por ello, que abrieron las puertas de sus templos para albergar a las personas, usaron sus salones como centros de distribución de alimentos y agua fresca y salieron a visitar sus vecinos para conocer sus necesidades y buscar soluciones. La generosidad contribuyó para
anunciar esperanza y nueva oportunidad.

Mientras esperamos a Jesús, no podemos hacerlo de una manera pasiva. Los cristianos estamos llamados a ponernos de pie, levantar nuestra cabeza y tomar la iniciativa en la búsqueda de las soluciones
a las necesidades de las comunidades donde estamos ubicados y volcarnos generosamente por medio del servicio.