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Jul 02, 2014 | C. Andrew Doyle

Obispo Doyle: La Crisis de la Frontera es una Prueba para la Fe de los Texanos

(Texas Tribune) Los miles de niños no acompañados que entran a los Estados Unidos, están forzando los recursos de Texas y poniendo a prueba el lema de nuestro estado, la amistad. ¿Qué dirá la historia a cerca de la crisis humanitaria en la frontera de Texas?

El fracaso que provoca la afluencia de inmigrantes que están llenando ahora las instalaciones saturadas en Texas no es una política de inmigración, sino una crisis humanitaria causada por los problemas económicos y la creciente violencia en los países de origen de estos niños. Las voces de miedo y desesperación por todos los lados están deshumanizando la crisis. El futuro de Texas está ligado a la forma en que recibimos a nuestros nuevos amigos y los ayudamos a convertirse en una parte de nuestra historia.

Hoy en día, más de 26 grupos étnicos en Texas remontan su genealogía a diversas partes del mundo. Debido a nuestras experiencias compartidas, nuestras diversas tradiciones religiosas nos enseñan a dar la bienvenida a nuestros hermanos y hermanas con amor y compasión, independientemente de su lugar de nacimiento. Mi fe Cristiana me enseña que la forma en que tratamos al extranjero y a los necesitados es un valor religioso fundamental, y que al dar la bienvenida al extranjero es dar la bienvenida a un hijo de Dios.

La Biblia hebrea nos dice: " Nos hagas sufrir al extranjero que vive entre ustedes. Trátenlo como a uno de ustedes: ámenlo, pues es como ustedes. Además, también ustedes fueron extranjeros en Egipto." (Levítico 19:33-34). En el Nuevo Testamento, Jesús nos dice que debemos dar la bienvenida al extranjero, porque "les aseguro que todo lo que hicieron por uno de estos hermanos míos más humildes, por mí mismo lo hicieron.” (Mateo 25:40). El Corán nos dice que debemos "hacer el bien a ... a los necesitados, los vecinos que están cerca, los vecinos que son extraños, el compañero de viaje, el viajero que cumple" (04:36). El libro Indú Taittiriya Upanishad nos dice que "el invitado es un representante de Dios" (1.11.2).

Nuestro sistema roto de inmigración no es el resultado de la política de cualquiera de los partidos políticos, sino un fracaso nacional para la que incluso los votantes son responsables. Como personas de fe, debemos orar para poner fin a las condiciones injustas mediante la protección de aquellos que han llegado a nosotros en busca de ayuda y mediante la promulgación de una reforma migratoria humanitaria. La historia que estamos escribiendo sobre la inmigración en esta época ofende la dignidad de una sociedad civil, y es una herencia que vale la pena cambiar.

Texas, al igual que todos los estados de la frontera, paga un precio por detener y encarcelar a los refugiados. Tenemos que disminuir el uso de los centros de detención para los inmigrantes y mejorar las condiciones, mediante la promulgación de reformas claras y ejecutables que incluyen normas de tratamiento médico riguroso y un mayor acceso a la atención pastoral, asesoría legal y programas de orientación jurídica. El gobierno también debe agilizar la liberación de las personas que no representan riesgo para la comunidad, y debe ampliar el uso alternativo de bases comunitarias de detención, que son más humanas y rentable.

Esto es sólo el primero de una serie de cambios que son necesarios para construir un sistema de inmigración más humano.

Un sistema humano se centra en la unidad familiar. Se mantiene unidas a las familias y se construye comunidades fuertes que sean económicamente viables y proporcionen salud y bienestar a todos los que habitan en ellas.

Un sistema humano permite a los inmigrantes indocumentados y sus familias obtener la residencia legal permanente después de la satisfacción de criterios razonables, con un camino a la ciudadanía.

Un sistema humano busca asegurar que el trabajador inmigrante en Texas tenga acceso a salarios dignos y un ambiente de trabajo seguro.

Nadie está argumentando que no debemos aplicar las leyes de inmigración que impiden la entrada de delincuentes peligrosos. Por el contrario, todas las leyes de inmigración deben respetar la dignidad de todas las personas, dar prioridad a la familia y la cohesión de la comunidad, reconocer las contribuciones económicas de los inmigrantes, y defender nuestras obligaciones morales para proporcionar refugio y recibir al extranjero.

El derecho a migrar y el derecho a mantener a una familia son derechos humanos fundamentales. Como personas de fe y temerosos de Dios que viven en una sociedad civilizada, debemos comprometernos a la difícil tarea de cambiar nuestro sistema de inmigración porque valoramos la unidad familiar, la justicia, la equidad, la compasión, el amor y el trato humano de todas las personas.

No dudo que la historia pasará por alto como protegimos nuestras fronteras. En cambio la Historia indicará cómo Texas tuvo cuidado de los niños que llegaron a ella. La Historia todavía puede contar acerca de cómo nos hicimos más fuertes al enfrentar nuestra crisis con valentía en lugar de echar la culpa para obtener beneficios políticos. La historia puede decir de qué forma innovadora los Texanos resolvieron asegurar la salud y seguridad de todos aquellos que buscaban su ayuda mientras aumentaba el éxito económico de su sociedad. Tengo la esperanza de que la historia le dirá a generaciones futuras acerca de cómo esta generación recordó el lema de amistad Texas.