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May 01, 2017 | Sandra Montes

Un cambio comienza con nosotros – Una reflexión de la conferencia “Unholy Trinity”

 

Obispos episcopales toman las calles de Chicago para crear conciencia sobre el racismo, la pobreza y la violencia armada.

 

Los Obispos Unidos contra la violencia armada es un grupo de unos 70 obispos episcopales que se han reunido para encontrar formas de reducir los niveles de violencia armada y abogar por una legislación que salve vidas. En la 78.a Convención General celebraron una procesión de oración a través de las calles de Salt Lake City llamada "Reclamando el terreno común contra la violencia armada". Yo participé y tomé conciencia de este esfuerzo.

Recuerdo haber oído los testimonios de personas cuyas vidas habían sido cambiadas y marcadas por la violencia armada. Recuerdo, sobre todo, escuchar a una madre hablando que su hija había muerto de heridas de bala acostada junto a ella al ser víctimas de la violencia. Ella dijo: "Yo veía historias en la televisión sobre la gente que sufría por la violencia con armas de fuego y no pensaba que era algo en lo que quería participar porque sabía que no me iba a pasar", y es algo que he pensado.

El mes pasado, fui invitada a cantar en la Conferencia "La Trinidad no santa: La Intersección del Racismo, la Pobreza y la Violencia Armada" en Chicago. Durante el evento, me impactaron los oradores principales, la liturgia, los talleres, la música, el estudio Bíblico y las sesiones en grupo que señalaron a la necesidad de conciencia y acción.

Kelly Brown Douglas dio un discurso emocionante y desafiante que me recordó que tenía que ser una defensora, no puedo simplemente sentarme y ver como muchas personas mueren y sufren debido al trágico pasado racista de nuestra nación (que tristemente sigue siendo una realidad para muchos). Natalie Moore compartió estadísticas sobre Chicago y señaló que, a pesar de que a menudo se ve como la capital de la violencia armada, no lo es y Chicago es escudriñada debido a sus lazos con el presidente Obama. Ella nos preguntó si alguien nos había dicho que tengamos cuidado cuando les dijimos que íbamos a Chiraq (un nombre despectivo para Chicago) y me acordé de uno de mis mejores amigos me advirtió: "¡Qué no te disparen!"

Uno de mis momentos favoritos fue con el Rdo. Julian DeShazier que es también artista de Hip Hop, J.Kwest. Invitó a la asamblea, de la cual sólo algunos éramos personas de color, a aplaudir junto con una de sus canciones. Después de unas pequeñas risas y bromas dijo, “No sientan el espíritu cuando aplaudan, ¡sientan el ritmo y aplaudan con él!" Esto me recuerda que a menudo, intentamos hacer excusas para no actuar.

Decimos: "Siento que el Espíritu me está diciendo que ore" y no sentimos el ritmo -la realidad, lo que está sucediendo a nuestro alrededor- que nos está diciendo que actuemos. Es mucho más fácil no involucrarnos porque tememos la confrontación, hacer el ridículo o perder amigos. Al salir a las calles de Hyde Park el viernes por la noche, para decir públicamente que somos cristianos y por eso estamos unidos contra la violencia armada, todos los discursos, canciones y talleres se unieron.

Tomé todo lo que había aprendido en los últimos dos días y me armé con un renovado sentido de defensa, un profundo sentimiento de comunidad y un amor desarmante. Detuvimos el tránsito y la gente no pudo evitar detenerse, escuchar y tomar fotografías de los 30 obispos, y el resto de los sacerdotes y laicos sosteniendo cruces, cantando, repitiendo consignas, y los tambores que nos daban el ritmo. Ese ritmo que a menudo dejamos de escuchar, ese ritmo que podría ser un corazón, ese ritmo que podría ser el Espíritu que nos lleva a una vida que declara pública, audaz y valientemente que tiene que haber un cambio y debe comenzar con nosotros.